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Un esqueleto flotante: qué es el barco fantasma que apareció en el Microcentro



El esqueleto de un barco flota en el centro de la sala oscura. Comienza a sacudirse con los primeros signos de tormenta, mientras una voz gutural exclama: “El horizonte le agradece al mar por dejarlo existir”. Otros sonidos inquietantes provienen de los seres que comienzan a aparecer: un pájaro, una medusa, un dragón.

Todo esto ocurre en el segundo piso de una sede del Banco Galicia, sobre la calle Perón 456, mientras llegan desde afuera, donde brilla el sol primaveral, noticias de otra escena que provoca temor: el allanamiento de 18 bancos y financieras por la presunta fuga de 400 millones de dólares.

Y que le agrega una connotación inesperada al título de la obra de Valeria Conte Mac Donell: Cómo abandonar un barco. Un gran final.

Fantasmas de todo tipo parecen rondar por cada rincón en este antiguo edificio, muy distinto de la moderna Torre Galicia que aloja en la misma cuadra una gigantesca esfera móvil de Julio Le Parc. Ambos alojan hasta el sábado una programación artística especial curada por Patricia Rizzo en el marco de Microcentro Cuenta, ciclo impulsado por el Gobierno de la Ciudad en alianza con instituciones privadas para reactivar una de las zonas de la ciudad más afectadas por la pandemia.

La transformación también es clave en esta obra de Conte Mac Donell, según explica la artista porteña radicada en San Martín de los Andes. “La idea de esta obra surgió de un velero que construyó un amigo en su jardín, mientras su mujer estaba muy enferma –recuerda-. Ella se curó, pero el velero quedó abandonado durante diez años y nunca llegó a ver el agua. Cuando quisieron ampliar la casa, en 2017, decidieron regalarlo. Así que lo partí en cuatro y me lo llevé”.

¿Qué podría hacer con aquella madera maciza, tan distinta de la levedad característica de su trabajo? Se le ocurrió entonces pedirle al amigo también los planos del barco y recrear con alambre y soga sus cuadernas, las piezas curvas que nacen desde la quilla. “Quería que se plegara y se desplegara, que volara”, explica.

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ESCUCHAR El esqueleto de un barco flota en el centro de la sala oscura. Comienza a sacudirse con los primeros signos de tormenta, mientras una voz gutural exclama: “El horizonte le agradece al mar por dejarlo existir”. Otros sonidos inquietantes provienen de los seres que comienzan a aparecer: un pájaro, una medusa, un dragón. Todo esto ocurre en el segundo piso de una sede del Banco Galicia, sobre la calle Perón 456, mientras llegan desde afuera, donde brilla el sol primaveral, noticias de otra escena que provoca temor: el allanamiento de 18 bancos y financieras por la presunta fuga de 400 millones de dólares. Y que le agrega una connotación inesperada al título de la obra de Valeria Conte Mac Donell: Cómo abandonar un barco. Un gran final. Últimas noticias00:2901:128 enredaderas con mucho encanto que llenaránde perfume tu jardín “Quería que se plegara y se desplegara, que volara”, explica Conte Mac Donell sobre su obraMAURO ALFIERI Fantasmas de todo tipo parecen rondar por cada rincón en este antiguo edificio, muy distinto de la moderna Torre Galicia que aloja en la misma cuadra una gigantesca esfera móvil de Julio Le Parc. Ambos alojan hasta el sábado una programación artística especial curada por Patricia Rizzo en el marco de Microcentro Cuenta, ciclo impulsado por el Gobierno de la Ciudad en alianza con instituciones privadas para reactivar una de las zonas de la ciudad más afectadas por la pandemia.

La transformación también es clave en esta obra de Conte Mac Donell, según explica la artista porteña radicada en San Martín de los Andes. “La idea de esta obra surgió de un velero que construyó un amigo en su jardín, mientras su mujer estaba muy enferma –recuerda-. Ella se curó, pero el velero quedó abandonado durante diez años y nunca llegó a ver el agua. Cuando quisieron ampliar la casa, en 2017, decidieron regalarlo. Así que lo partí en cuatro y me lo llevé. ¿Qué podría hacer con aquella madera maciza, tan distinta de la levedad característica de su trabajo? Se le ocurrió entonces pedirle al amigo también los planos del barco y recrear con alambre y soga sus cuadernas, las piezas curvas que nacen desde la quilla. “Quería que se plegara y se desplegara, que volara”, explica. La idea coincidió con una invitación a Corea del Sur, en 2018, donde montó cuatro barcos que se elevaban hacia el cielo sobre el río Taehwa. A su regreso realizó otro de sus “intentos” de abandono en la galería de Gachi Prieto, donde tres de esas naves ligadas a poleas parecían alejarse hacia el horizonte mientras una mujer hablaba de navegar. El tercer intento fue de noche, en el jardín de su casa del lago Lolog. Tensado por manos amigas, el barco voló entre las montañas acompañado por relatos marinos. “La acción duró el tiempo en que todos pudimos sostenerlo en el aire”, recuerda la artista. Los trajes que los performers usaron aquella noche mágica cobran vida propia ahora, en el microcentro porteño. Rodean ese esqueleto de ocho metros de largo, y parecen danzar y cantar al ritmo de una extraña música creada con lijas, chapas y tubos de PVC. Tienen la forma de seres que ellos consideran poderosos, ya que la propuesta de la artista fue que “sacaran la voz desde ahí”.

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